Nacido en Posadas, Misiones, Martín Ríos se embarcó en una travesía para perseguir sus sueños de estudiar danzas urbanas en Buenos Aires, el epicentro de los artistas más reconocidos en este género.
La historia de este joven de 23 años tiene sus raíces en una infancia marcada por la separación de sus padres, lo que lo llevó a vivir con sus abuelos. A los 11 años, regresó a su hogar original, experimentando una educación más liberal. Desde pequeño, Martín se sumergió en el mundo de la danza. «Empecé a salir, a conocer gente y a juntarme con vecinos del barrio y, un día, vi que enseñaban en la plaza principal danzas brasileras, y fui y me encantó. También, conocí lo que era el bullying y la discriminación…», relata.
Su pasión por el baile fue inspirada por el programa de televisión «Patito Feo», ya que se reunía con sus primas para bailar las coreografías de las Divinas. Con el tiempo, su amor por la danza creció y, a los 16 años, después de actuar frente a una multitud de 40 mil personas decidió tomar en serio su carrera y, a pesar de sus miedos, Martín le reveló a sus padres su deseo de estudiar este arte. «Se lo tomaron súper bien, de hecho, hasta me dijeron que me abra un estudio, pero también me advirtieron que me iba a costar», recuerda.
Con el tiempo, Martín sintió que su ciudad natal, Posadas, se quedaba pequeña para su formación como bailarín. «Había tomado clases con todos y nada me llenaba, hasta que conocí a una profesora particular de urbano que me despertó», menciona. Esta persona resultó ser Jéssica Heredia, una experta en reggaetón, quien desató el potencial de Martín y lo impulsó a nuevos desafíos.
Decidido a explorar más el mundo artístico, Martín tomó la audaz decisión de mudarse a Buenos Aires en 2022, lejos de su familia, para incrementar sus estudios de danza. Al elegir con quién formarse, no dudó en unirse a las clases de Pipi Echeverría, coreógrafa de Rombai y bailarina principal de Lali.
El día a día del bailarín
La rutina diaria de Martín refleja su dedicación y pasión por la danza. Desde la meditación hasta las clases y el entrenamiento, su jornada está enfocada en su crecimiento como bailarín. Su presencia activa en las redes sociales también es parte integral de su carrera, reconociendo que es su «CV como bailarín».
Martín, el pequeño gigante de Posadas, demuestra que no hay excusas para quienes persiguen sus metas con hambre de poder. Su objetivo es claro: «Yo quiero vivir de lo que amo, y hoy en día amo bailar. No tengo una meta fija, no me gusta idealizar porque después surgen bajones, yo sé que quiero vivir de esto y le voy a agradecer siempre a la vida por presentarme la danza y a estos profes, soy muy feliz». Con determinación y gratitud, Martín continúa su camino, dejando una huella imborrable en el mundo de la danza urbana.