Si estas leyendo esta columna, estoy casi segura de dos cosas: sos mujer o disidencia y ya sabes algo –o bastante– de feminismo. Y sí, el feminismo quedó indudablemente ligado al 8M. Hace tiempo este día dejó de ser una felicitación a la lotería genética de haber nacido con una patita extra en un par de cromosomas. Hoy es un día de lucha, de protesta, una pelea constante que lleva décadas sino siglos por la igualdad y que cada generación de mujeres y disidencias llevó un poco más allá, rompiendo con el statu quo.
Desde la economía, el tema del género es ampliamente discutido y el crecimiento de la literatura en los últimos años llevó a que incluso el año pasado Claudia Goldin gane un premio Nobel por sus contribuciones al entendimiento de las brechas salariales. Hoy conceptos como “techo de cristal”, “brecha de género” y el reconocimiento del trabajo en el hogar como trabajo no remunerado son ideas que trascienden la literatura especializada y pasan, sin perder seriedad, a formar parte del debate cotidiano haciéndose lugar en charlas de café y discusiones con las abuelas.
La brecha de ingresos entre hombres y mujeres
Algunos datos actualizados para tener en cuenta: la brecha de ingresos entre hombres y mujeres para el último trimestre del 2023 fue del 26,4% y, a iguales niveles de calificación, se ubica en 20,0%.
El 69% de las tareas domésticas y de cuidado no remunerado son realizadas por mujeres y, en promedio, significan cerca de 6 horas adicionales de trabajo (versus cerca de 3 en los hombres).
El techo de cristal sigue vigente: sólo dos de cada diez puestos jerárquicos son ocupados por mujeres. Y aunque existen algunas mejoras, queda mucho camino por andar.
Este 8M está teñido, además, por la recesión. La crisis económica que estamos atravesando y el ajuste no es ajeno a nadie y menos a las mujeres. La crisis impacta por múltiples vías: menor demanda de empleo, aumento de la informalidad, salarios más bajos y en general mayor inestabilidad; todos factores que se acentúan siendo mujer y que tienen un impacto negativo en los indicadores mencionados antes. Este impacto no se da solo a nivel empleo sino que se extiende a todas las áreas: la violencia de género tiende a incrementarse y la carga por las horas de trabajo remunerado y no remunerado también.
Sin embargo, no todo está perdido. En tiempos donde el individualismo se impone como doctrina y pesa el cansancio, también resurge la formación de lazos entre las mujeres. Los tiempos de crisis generan eso: redes de contención. Y las mujeres, para quienes siempre es tiempo de crisis, sabemos de eso. Las redes creadas entre nosotras, esas construidas por abuelas, madres, tías, amigas, compañeras, son las que nos sostienen en el día a día y esos vínculos crecen y se fortalecen ante cada nuevo embate. Frente a un mundo complejo, las mujeres somos comunidad y desde la comunidad construimos y luchamos, aunque los tiempos marquen lo contrario. Es juntas.