Divulgadores científicos de medios universitarios o agencias ligadas a la ciencia exploran con influencers y en formatos digitales diversos, como TikTok y memes, acercar noticias relacionadas con la pandemia a un público más juvenil, mediante una información veraz y chequeada con fuentes confiables.
Con ese objetivo, desde la Red Interuniversitaria de Áreas de Prensa y Comunicación (Rediap) se busca hacer circular la información científica con otro tipo de estética, que incluya la misma veracidad y confiabilidad que las páginas web oficiales.
Malvina Rodríguez, coordinadora ejecutiva de Rediap, dijo a Télam que «hoy en las generaciones más jóvenes la circulación de información se da en formatos como TikTok. Con otro tipo de lógica, que va en relación con el fenómeno de los influencers».
«Este tipo fenómenos ponen en manifiesto que tanto la producción como la divulgación de la ciencia no pueden estar desconectadas de las prácticas culturales de los públicos«, aseguró Rodríguez.
El video minuto, difundir contenidos científicos en una historia, los podcasts y hasta la exploración de nuevos formatos como los «memes» constituyen «formas culturales que hoy son parte de la comunicación, sobre todo de los más jóvenes», expresó Rodríguez.
«En los medios privados se distorsiona la información científica, ya sea por intereses políticos o ideológicosMALVINA RODRÍGUEZ, COORDINADORA DE REDIAP
Los medios universitarios trabajan con la Red a través de encuestas para la construcción de un Manual de Comunicación en situaciones de Riesgo y Crisis, que no es más que una serie de recomendaciones sobre las experiencias aprendidas durante la pandemia, el cual podría estar listo a fin de este año.
También trabajan en la conformación de un Banco Universal de Contenidos Audiovisuales en Salud, con videos de fácil difusión que tengan la estética de la redes sociales, en especial de Tik Tok.
En este contexto de pandemia, con la proliferación de noticias falsas, «la información de medios universitarios no son pareceres u opiniones, es información veraz, sin distorsiones, con fuentes directas y chequeadas, se trata de difundirla de una manera mas descontracturada», asegura la coordinadora de Rediap.
Rodríguez detalló que en los medios privados «se distorsiona la información científica, ya sea por intereses políticos o ideológicos. La competencia permanente hace que la producción periodística este signada por lo instantáneo y con ella acuden a cualquier tipo de fuentes, sin chequearlas»
El contexto de pandemia puso en evidencia no solamente la importancia de comunicar la ciencia, sino también de combatir la desinformación.El director de Comunicación de la Universidad Nacional del Noroeste de Buenos Aires (Unnoba), Marcelo Miró, planteó la necesidad de reflexionar sobre los motivos al desinformar y las razones por las cuales esa información circula con tanta fluidez.
«Ante la alarma social, se manifiesta la desesperación de las personas por buscar información alternativa a la oficial, que nos dé una explicación de la inminente amenaza y posibles soluciones», sostuvo.
En el mundo científico existe cierto rechazo a trabajar con la lógica del youtuber, del influencer o de TikTok.
A su vez Rodríguez detalló que plantearse estos cambios en la divulgación científica es un proceso que ya se venía hablando pero que se aceleró en la pandemia.«Siempre hubo algo como aburrido, frío en el mundo científico. Ahora pretendemos no rechazar los formatos al que le podemos dar otro tipo de contenidos», aseguró.
«Aunque sabemos que desde el mundo científico existe cierto rechazo a trabajar con la lógica del youtuber, del influencer o de TikTok», expresó la coordinadora de Rediap.
En este punto, Emanuel Pujol, de la Agencia de Divulgación Científica de la Universidad de La Matanza, consideró que «se esta avanzando en una mejor comunicación de la ciencia» y que la Unlam «divulga sus materiales por Facebook, Youtube e Instagram».
Respecto a los casos de mala información, aseguró que «nosotros no juzgamos lo hecho por los demás. Simplemente, nos encargamos de que todo lo que difundimos sea correcto«.Pero añadió que «al aumentar el flujo de información científica por la pandemia, también se incrementa el flujo de información equívoca. Durante la pandemia, periodistas de cualquier especialidad se vieron en necesidad de hablar de temas en los cuales no eran especialistas»
Por otra parte, Rodríguez destacó que con la irrupción del coronavirus «hubo que salir a la trinchera; el Estado con todas sus herramientas, los medios públicos y los medios universitarios tuvimos que salir a contrarrestar la infodemia, la subinformación, la mala información o la información verídica presentada de manera confusa o mal contextualizada»
Contó que desde esta posición «tuvimos que salir dar información fundamentada» para poder constituirnos en «una pared para las noticias falsas, en una usina de contenidos para medios privados».
Matías Loebi, editor de noticias de la Agencia Científica del Instituto Leloir, aseguró a Télam que «tratamos de transmitir los temas mas complejos en un lenguaje accesible. Nadie puede garantizar la total decodificación de parte del que recibe la información, la gente hace su propia interpretación»
«No es tan fácil garantizar que el sentido que tenga la información científica sea el que el comunicador quiere que le llegue a la gente», destacó el profesor de cursos de periodismo científico que se dan en el Instituto Leloir.
Para Loebi, «comunicar la ciencia es algo dinámico, no es dogmático. Uno comunica con los datos que tiene en el día, lo cual puede cambiar si surge otra evidencia».Y citó el ejemplo del suero hiperinmune donde gente con mucha rigurosidad científica aconsejó su aplicación pese a no tener resultados con significación estadística, pero otro grupo lo desaconsejó porque no tiene suficiente evidencia.
«Plantear que la gente tenga una alfabetización científica es algo que llevará muchos años, pero para evacuar la duda sobre la seguridad y eficacia de una vacuna no se puede mirar lo que le pasó a un familiar o a un famoso. Hay que mirar los ensayos clínicos», destacó Loebi. Y para finalizar, señaló que»un científico puede participar del diálogo en redes, pero no se puede obligarlo a hacer algo que no le sale o no siente».