“A 30 brazadas de nado, cruzando el río Paraná, está Paraguay. A 90 kilómetros, la Triple Frontera”, calcula la cineasta, guionista y Majo Staffolani.
Habla del lugar donde nació el 13 de junio de 1990, de una familia humilde, un patio de tierra colorada, una calle con el empedrado desparejo y el plato de comida compartido entre los vecinos, por si no alcanzaba a todos. Del escenario, en definitiva, donde la misionera de 30 años disfrazaba sus deseos.
“Los mentía, porque desde los 4 años se que soy lesbiana”, confiesa quien, por estos días, espera como a un mesías que llegue el 8 de octubre. Será esa la fecha del estreno de Román, su segundo film, que por la pandemia será emitido a través de la plataforma de Cine.ar. Se la escucha tan ansiosa como el torrente de palabras que llegan por el celular.
La película (que protagonizan Carlo Argento y Gastón Cocchiarale y cuenta con Vanessa Ragone, de El secreto de sus ojos, como productora asociada) relata la historia de un hombre, agente inmobiliario, casado y con una hija, que se siente atraído por otro hombre, 20 años menor.
Ya se proyectó en más de 70 festivales de los cinco continentes y ganó el Premio del Público a la Mejor Película en el 33º BFI FLARE London LGBTQ+ Film Festival.
Según Staffolani, el film “va al hueso, no se guarda nada. Estamos acostumbrados a ver películas LGBT con mucho replanteo, mucho psicologismo, y creo que escapa a eso. Es directa y simple, donde la homosexualidad está expuesta, pero no hay culpa ni regodeo cuando el protagonista dice: ‘Uy, me está gustando un hombre y siempre fui heterosexual’. Lo vive con naturalidad. Porque, además, me basé en una historia real donde las cosas se dieron así”.
La segunda
Y la historia que le dio pie a Staffolani para escribir su segunda película fue nada menos que la de su madre, Cristina.
“Ella es muy joven, me lleva 21 años nada más. Y a punto de cumplir los 50 años me citó en su casa después que me estuvo esquivando durante un mes -raro porque somos muy familieras, de encontrarnos a tomar mate seguido-. Pensé que era algo malo que no me quería decir por teléfono. Cuando llegué a su casa estaba muy nerviosa, y ahí nomás me dijo que estaba enamorada de una mujer. Para mi fue “guau, mi mamá es lesbiana”.
Ella lo vivió de forma muy simple, muy natural, como tiene que ser. Me pareció muy valiente que a los 50, después de haber estado casada dos veces con hombres, tener dos hijas y un hijo, se haya permitido amar a una mujer. Esa misma noche dije ‘voy a contar su historia’”.
Sin embargo, aunque se inspiró en su madre, la película trata del amor entre dos hombres.
“Necesitaba distanciarme del testimonio de mi madre. Y ya había hecho una película sobre lesbianas (Colmena)”, relató, y confesó: “Mi papá, Martín, también tiene parejas hombres. Él sí salió del closet”.
“Mis padres se separaron en el 2000, cuando yo tenía 10 años. Se fue a vivir a Vancouver, Canadá, un lugar maravilloso. Pero yo fui la primera que lo blanqueé en mi familia. Cuando a los 15 años, por el 2005, dije que era lesbiana porque ya no aguantaba más, él me dijo: ‘¿No será genético?’… Le pregunté por qué y me lo contó”, recordó la artista.
“Y ahora, mi mamá lo mismo”, siguió contanto, y agregó: “Así que soy parte de un clan queer”.
Sobre la armonía familiar, la cineasta destacó que “desde que mi mamá empezó a salir con esta mujer y mi papá lo confesó, todos nos llevamos bien. Este clima de respeto, amor, alegría y festividad no existía. La liberación de sus mentes y sus cuerpos puede ser que constituyan una familia más disfuncional, pero también mucho más amorosa. Mis viejos son una masa”.