
El primer caso ocurrió en la zona de El Paso Viejo, donde un incendio devastador consumió una precaria vivienda. La situación se viralizó en redes sociales, movilizando a la comunidad y al municipio. Personal de la Municipalidad de Candelaria, Acción Social y Defensa Civil acudieron rápidamente, entregando materiales de construcción, colchones, camas, ropa y otros elementos esenciales. Además, vecinos organizaron un evento solidario y enviaron dinero mediante transferencias para ayudar a la familia a recuperar su hogar y un mínimo bienestar. Sin embargo, la indignación estalló cuando el mismo personal de Acción Social visitó el lugar días después y descubrió que ni siquiera la mitad de los materiales y la ayuda entregada estaban presentes. “Es una falta de respeto a la solidaridad de todos los que pusimos nuestro granito de arena”, expresó un vecino que prefirió mantenerse en el anonimato.
El segundo caso, que también se viralizó a través de un medio local conocido por sus fines políticos, involucró a una familia cuya precaria vivienda, con paredes de lona, colapsó tras una fuerte tormenta. El medio difundió la noticia con el aparente objetivo de cuestionar la respuesta de la Municipalidad y Defensa Civil, pero estas áreas ya estaban trabajando en la reconstrucción. Gracias al esfuerzo conjunto, se levantó una nueva casita de madera con techo para la familia afectada. Sin embargo, a pocos días de la entrega, la indignación volvió a surgir: en grupos de compra y venta en redes sociales apareció una oferta donde se ponía a la venta la vivienda recién construida.
Estos episodios han generado un profundo malestar en Candelaria, una comunidad conocida por su espíritu solidario. Las autoridades municipales y las áreas de asistencia social evalúan ahora cómo implementar mecanismos para garantizar que la ayuda llegue a quienes realmente la necesitan y no sea objeto de abuso. Mientras tanto, los casos han abierto un debate sobre la importancia de la responsabilidad y la gratitud frente a la generosidad de los demás.