La pandemia de Covid-19 no es la única crisis sanitaria por la que nos encontramos atravesando en este momento, como se ha estado visibilizando desde hace meses atrás. Existe también una “pandemia silenciosa” que tiene que ver con las consecuencias que nos generaron el confinamiento y las limitaciones, lo que puede verse manifestado en nuestra salud mental con situaciones de estrés o ansiedad.
Marcela Bareiro, presidenta del Colegio de Psicólogos de Misiones (M.P. n° 371) dialogó con Misiones Online al respecto y señaló que, pese a que en la Provincia particularmente ya no exista una cuarentena estricta como sí sucedió al principio de la pandemia, aún entra en juego la cuestión de “lo legal e ilegal”, es decir de lo que aún no se puede hacer y lo que sí.
“Esta situación sigue preocupando y afectando a la población. Hoy día quienes consideramos que son los más afectados, y que están como por fuera de todo este sistema, son los niños y adolescentes: son los que mayormente consultan. Los adultos fuimos recuperando nuestra vida normal, pero ellos no”, manifestó.
Salud mental en niños y adolescentes durante esta etapa
Puntualizó en el impacto que tuvo en niños y adolescentes el hecho de dejar de asistir a la escuela y, en sintonía, dejar de socializar y compartir con sus pares. “Les genera malestar porque no solo se están perdiendo de estar allí sino que también del resto de las actividades extra que realizaban”, acotó.
Según explicó Bareiro, tanto niños como adolescentes pueden experimentar sensación de soledad, aún cuando eso no significa que estén solos: “En este contexto, al contrario, la familia está mucho más presente. En los niños los trastornos se relacionan a los cambios de conducta, por lo que es posible que aparezcan episodios de ira, de llanto o berrinches porque son más sensibles e irritables”.
«Volver a clases también va a significar una readaptación», señaló la profesional.
En el caso de los adolescentes, señaló que situaciones puntuales como ser la cancelación de la Estudiantina, el aplazamiento o suspensión del viaje de egresados o la incertidumbre sobre la realización o no de su fiesta de fin de año, en el caso de aquellos que estén en su último año de la secundaria, pudiendo provocar un decaimiento anímico en los jóvenes.
Pero no es la única preocupación por la que atraviesan: entendiendo que se trata de su último año antes de iniciar el nivel terciario o la universidad, también les genera una gran incertidumbre de cara a lo que sucederá con su futuro. En ese sentido, Bareiro indicó que “creo que es la parte más difícil y creo no va a tener repercusiones directas sobre la salud mental solo durante este año, sino que el año que viene también”.
“Si bien fue un año donde también estudiaron y presentaron trabajos, fue mediante otra modalidad. Cuando se vuelva a las clases, sea este año o el que viene, también va a significar una readaptación porque transcurrió casi un año completo sin que hayan podido pisar un aula. El ‘volver’ también va a demandar cambios”, apuntó.
Como consejo hacia los padres, señaló que es bueno mantener el diálogo y acentuar los vínculos, además de acompañarlos para que poco a poco y en la medida de lo posible vuelvan a armar sus rutinas por más que no estén yendo a la escuela. “Controlar el tiempo frente a la pantalla también es importante”, comentó.