Su bisabuelo fue uno de los pioneros en la compra de tierras que antiguamente pertenecieron
a los jesuitas, donde se desarrollaron los primeros yerbales en la región. Estas tierras, situadas en el lote 20 de Candelaria, han pertenecido a la familia Lagier por casi 120 años.
Don Guido
creció rodeado de esta herencia yerbatera, lo que marcó profundamente su vida y su carrera.
Después de completar parte de sus estudios en Candelaria y Buenos Aires, Guido Lagier pasó
una temporada en Francia para continuar su formación. Regresó a Misiones en 1955, y desde
entonces, se dedicó a la forestación y la producción de yerba mate, siguiendo los pasos de su
padre y tíos. Don Guido compró los yerbales de Santo Pipó, tierras que su bisabuelo había
adquirido y parcelado con la ayuda de un agrimensor amigo de la familia, un armenio que
estudiaba en suiza llamado Gregorio Toumanian, que incluso hoy día sigue residiendo en
Candelaria parte de su familia, algunos de ellos siguiendo con la profesión a través de las
generaciones. Este acto fue clave en el desarrollo de la colonia de Santo Pipó, que se convirtió
en un pueblo pujante con una fuerte producción agrícola.
Además de su rol en el sector yerbatero, Don Guido tuvo una destacada participación en la
política y en la vida social de Misiones. Fue uno de los fundadores de la primera asociación de
plantadores de soja en Argentina, demostrando su visión innovadora en la agricultura. Su amor
por el deporte lo llevó a ser el pionero en la introducción del rugby en Misiones, fundando la
Unión de Rugby de la provincia y convocando a los primeros jugadores.
Conocido por su vasta cultura y su incesante curiosidad, Don Guido fue un hombre de
conocimiento y conversación. La biblioteca de su casa en Candelaria es testimonio de su amor
por los libros y el aprendizaje, albergando tres inmensas colecciones, incluso después de haber
donado una gran cantidad de volúmenes.
Guido Lagier fue también un hombre generoso, conocido por su trato amable y solidario con
sus empleados, especialmente durante su tiempo en las forestaciones. Su vida estuvo marcada
por la búsqueda constante del aprendizaje y la enseñanza, compartiendo su sabiduría de
manera sencilla, pero siempre profunda.
Don Guido Lagier vivió una vida plena y enriquecedora, falleciendo a los 88 años. Dejó un
legado imborrable en Misiones, tanto en la agricultura como en la vida social y cultural de la
región. Su espíritu pionero y su dedicación al desarrollo de la provincia continúan inspirando a
las generaciones actuales.