En ese contexto, por primera vez reveló aspectos de su intimidad durante los días de cuarentena en la Quinta de Olivos, en un relato que atravesó las peleas con el ex presidente, la fiesta de su cumpleaños, infidelidades, los pedidos de ayuda que nadie respondió, la indiferencia del entorno, hasta las acusaciones de las que fue víctima.
El tema cobró relevancia en los últimos días cuando se filtraron, de un teléfono, las fotografías que exponen los golpes provocados por el ex mandatario, sobre lo que Fabiola aseguró: “Jamás hubiera querido exponerlo”.
“Me destruí por mi hijo. Yo jamás hubiese querido que saliera una foto así de mí. ¿Qué mujer se quiere ver en todos los programas de televisión y en los medios del mundo así? No entiendo cómo se filtraron los chats y que se guardaran la foto para el último momento… Mi familia está sufriendo por ver esto. Tengo a mi familia toda separada porque mi mamá tuvo que venir a apoyarme a mí hace más de un año y medio. Tuvo que dejar a su esposo, alejarse de su hija, de mi hermanita que tiene 17 años y estaba terminando el secundario. Y acá estamos solas, obviamente. Y en Olivos yo siempre estuve sola, porque mi familia vivía a más de mil kilómetros. Yo siempre estuve sola”, afirmó en la entrevista.
El disparador de la denuncia
La denuncia formal contra el ex presidente fue realizada el pasado martes 6 de agosto, por “terrorismo psicológico” y “violencia física”, durante una comunicación por videoconferencia entre Fabiola y el juez federal Julián Ercolini, quien imputó al ex presidente “por lesiones leves”.
En cuanto a la motivación por hacerlo, resaltó que fue el “Acoso telefónico y terrorismo psicológico. Estuvo durante dos meses amenazándome día por medio con que si yo hacía esto, si hacía lo otro, se iba a suicidar”, dijo respecto a las situaciones traumáticas que descontrolaron su hipertensión, al punto de sufrir picos de presión, por lo que debió ser internada.
También reconoció que si bien en un comienzo “hubo amor” en la relación, al poco tiempo de la boda celebrada en París hace 14 años, su vida cambió radicalmente, pero debido al “trabajo psicológico” ejercido por Fernández, Fabiola comenzó a naturalizar diversas situaciones, además de haber estado “obligada a permanecer en silencio”.
“La violencia que había antes era acoso. Todo el día. Tenía que estar en el teléfono, porque si no estaba en el teléfono, era como que estuviera haciendo no sé qué cosa. El tiempo me empezó a llevar a quedarme cada vez más encerrada dentro del departamento”, aseguró.
En esto, profundizó: “No podía ir a un restaurante con mis amigas porque tenía que pasar toda la noche contestando los mensajes en lugar de poder hablar con mis amigas o desahogarme un poco o divertirme como cualquier persona normal, común y corriente. Tuve que comenzar a invitarlas, aunque sea una vez por semana o cuando podían, a comer al departamento. Porque si no era insostenible. Hay testigos de eso. Y hay gente que lo sabe y que está dispuesta a hablar si tiene que declarar”.
También refirió que no solamente fue marcada por la persecución telefónica, sino también por las imágenes y videos que llegaban a su celular, como el material que involucró a Tamara Pettinato.
“Los encontré en el teléfono de mi hijo. Había otras fotos y había otras personas. Él comete el error o no sé, la desprolijidad, llamémoslo como queramos. Había un teléfono que no se utilizaba y con ese teléfono yo le ponía música para dormir a Francisco. Ese teléfono un día volviendo de Chapadmalal, para que el nene estuviera tranquilo, le ponemos música y se lo damos. El nene con un año y medio ya sabía cómo se maneja. Mi mamá, que estaba al lado de él, le saca el teléfono y me dice: “Fabiola, ¿qué es esto?” Y me lo entrega. Había una foto de una mujer desnuda. Obviamente se la habían enviado a él. Y empiezo a mirar y descubro que estaban esos videos”.
Y agregó: “Yo creo que a esa altura ya estaba, no sé, como adormecida, porque esto ocurría todo el tiempo. Ocurría todo el tiempo. El trabajo psicológico que habían hecho conmigo había normalizado esas situaciones”.
Primera dama
En la Quinta de Olivos era el trabajo social, su tarea como primera dama, lo que la “mantenía en pie, y lo hacía con todo el amor del mundo”. En ese sentido, reprochó “nadie me ayudó”, dijo en referencia al Ministerio de la Mujer, como también a los políticos del entorno íntimo, que habrían estado al tanto de lo que pasaba.
“Salieron ahora a defenderse cuando no me defendieron a mí, mientras me defenestraban. Decían barbaridades de mí. Porque ustedes son testigos de todo lo que se dijo. ¿Cuándo salió alguna de esas personas pertenecientes a ese ministerio? Desde el primer día que me empezaron a maltratar, porque ustedes saben que me maltrataron durante cinco años. Solo se dedicaron a hablar de frivolidades y de mentiras”.
En ese sentido, recordó que Alberto la culpabilizó de organizar la fiesta en Olivos durante la pandemia: “Lo hizo más de una vez. Incluso teniéndome sentada frente a él en un lugar con muchísima gente, él dando una conferencia con muchísimos periodistas. Otro juego psicológico que me hicieron. Como decir que perdieron las elecciones legislativas por mi culpa. Me lo repetían todos los días. Elecciones legislativas que el peronismo históricamente jamás ganó. Me echaron la culpa. Porque él se desligó de la responsabilidad de haber hecho esa reunión, haber estado ahí, haberlo hecho y echarme la culpa y decir que yo organicé un brindis. Yo no organicé ningún brindis. Eso no es verdad”.
Pese a haberse sentido relegada por ese entorno, reconoció el apoyo recibido por parte del Papa Francisco: “¿Cuántas primeras damas hay en el mundo a las que el Papa (Francisco) recibe siete o cinco veces?, ya ni me acuerdo”, dijo en relación a quien había apoyado su campaña en contra del bullying, ayudando a lanzarla internacionalmente.
Por otro lado, lamentó haber tenido que dejar su país, donde actualmente le sería imposible trabajar porque “hay 45 millones de argentinos con indignación”, pero además se la conoció poco en voz propia, y donde la construcción de su imagen fue mediatizada en forma negativa desde que Alberto asumió la presidencia, luego con la puesta en duda de la paternidad de su hijo hasta las fotos de los golpes.
“A mí no me dejaban hablar. Cualquiera dijo de mí lo que quiso en televisión, en radio, en los diarios, en donde sea. Jamás nadie salió a defenderme, nadie me defendió. Lo único que que yo recibía como respuesta de la persona encargada de la prensa presidencial era: “No les contestes porque les das entidad”. Entonces la gente no conoce mi voz. La gente no conoce mi trabajo, no conoce nada de mí. La gente no me conoció”.
Vida en Madrid
Pese a que actualmente reside en Madrid junto a su hijo y su madre, confirmó que el temor permanece latente producto de distintas maniobras e intimidaciones que desconoce quién y cómo las realiza, mientras espera el accionar de la Justicia: “Yo hoy no podía salir. Pusieron inhibidores que hacían que el auto se apagara”.
“¿Mi vida? Han dicho que vivo una vida de lujo. Yo no tengo empleada y no tengo niñera. Mi mamá es la que me ayuda con mi hijo y es la que está sosteniendo todo. Dijeron que me vieron caminando por calles donde están las marcas de lujo, mas jamás fui a caminar a ninguna de esas calles. Eso es mentira porque yo no puedo caminar por la calle”.