Las estaciones de trenes desérticas, los colectivos casi vacíos y las persianas bajas de los comercios de barrio no fueron suficientes para el Gobierno. Pese a la masiva adhesión que ostentó el paro de la CGT, el oficialismo sostuvo que fue un «fracaso». En Casa Rosada se mantuvo la agenda como si fuera un día más, el presidente Javier Milei jugó a las adivinanzas en las redes sociales y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, desplegó un show mediático en Constitución que terminó con una serie de papelones. A contramano de las centrales obreras, que aseguraron que la medida de fuerza «dolió», el Ejecutivo le restó importancia a la protesta, no brindó señales de querer tender puentes y buscó utilizarla como un activo en la pelea contra la «casta sindical».
Las adivinanzas del Presidente
El repertorio presidencial comenzó la noche del martes: el mandatario publicó una foto, evidentemente editada, con una remera en sus manos que tenía estampada la leyenda: «Yo no paro». Por la mañana, en tono enigmático, compartió el primer mensaje en contra de la medida. «Nota de color… ¿Saben cómo se dice Faraón en hebreo? Les cuento… PARO. A buen entendedor pocas palabras bastan…«, posteó. Minutos después compartió un fragmento de su discurso por el Día del Holocausto en el que remarcó que «las convicciones no se negocian» y que «la verdad nunca fue derrotada por la fuerza de la resistencia». «Solo fue derrotada cuando sus poseedores eran demasiado débiles para defenderla», remató.
El jefe de Estado siguió el inicio de la protesta desde la quinta de Olivos. Recién llegó a Balcarce 50 cerca de las 11 de la mañana, y no participó de la reunión de Gabinete, que estuvo encabezada por el jefe de Ministros, Nicolás Posse y la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei. En línea con las críticas del mandatario, en Casa de Gobierno calificaron como un «fracaso» la medida de fuerza. «Pararon el transporte para que la gente no vaya a trabajar», aseguraron.
La postura del Presidente es que no se dejará presionar por el reclamo de los trabajadores. Incluso, entiende que la mayor parte de la opinión pública tiene una imagen negativa de los dirigentes sindicales y que los paros generales terminan beneficiando al Gobierno. «Son personajes que cercenaron el progreso de los argentinos durante los últimos 25 años», manifestó el vocero Manuel Adorni y subrayó que la protesta fue «inentendible», motivada por intereses político-partidarios y que le «complicó la vida a muchísima gente». «Les informamos que solo se van a ganar el odio de los argentinos«, completó.
El funcionario además cuestionó que se hable de un alto acatamiento. «Es difícil medir cuando no te dejan movilizar ni llegar a tu lugar de trabajo y además juegan con el miedo de la gente y de los empresarios a través de la violencia y del amedrentamiento», manifestó. En este último sentido, lanzó cifras imposibles de chequear. Aseguró que hasta el comienzo de su conferencia de prensa se habían recibido 1.932 llamados telefónicos en la línea oficial 134 para denunciar extorsiones.
En la misma línea argumentó Guillermo Francos. El ministro del Interior afirmó que los gremios utilizaron a los medios de transporte «como un mecanismo de extorsión». «Vine por la Panamericana hoy, como todos los días, y vi mucho tránsito, no fue menor que un fin de semana», lanzó y añadió: «Claramente, si se limita la posibilidad de la gente de utilizar transporte público, obviamente la actividad va a ser muy limitada». Por último, remarcó que «al Presidente tampoco no le van a torcer el brazo por más paro que le hagan porque tiene una convicción muy fuerte hacia donde tiene que ir la Argentina».
El show de Pato
Patricia Bullrich jugó su propio partido. La ministra de Seguridad salió a la calle con la intención de desalentar la medida de fuerza y remarcar que muchos trabajadores no adhirieron a la huelga. «Arrancó la mafia. No dejemos que rompan todo lo que estamos logrando», expresó y denunció ataques a los colectivos de la empresa DOTA que brindaron servicio. «Les rompieron vidrios, pusieron ‘migueletes’ (SIC) en las calles», dijo en alusión a los clavos «miguelitos», y generó una catarata de burlas en las redes sociales.
Sin embargo, lo que más impacto causó de su recorrida fue otro papelón que protagonizó. En un video que circuló en X, se ve a la funcionaria subir a un colectivo que estaba circulando, pero como no tenía una SUBE para pagar el boleto pidió una prestada para abonar el viaje. El problema surgió cuando al momento de ir a pagar se dio cuenta quela tarjeta no tenía saldo suficiente. «No tiene saldo, viejo, sos un caradura«, reprochó la funcionaria en tono burlón, al ver que no pudo pagar los más de $270 que cuesta el pasaje. «¿Es un caradura o un laburante que no llega a fin de mes?», le retrucaron en redes.
El cosecretario de la CGT, Héctor Daer, aprovechó el episodio para subrayar la contundencia del paro y lanzar una chicana contra Bullrich. «Un dato que quedó con registro fílmico importante, que cuando la ministra de Seguridad subió a un colectivo no solo no tenía saldo, ese es otro dato importante, no había nadie arriba del transporte. No había pasajeros. Hubo transporte y la gente se quedó en la casa», sostuvo para graficar la magnitud de la medida de fuerza.