El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, con el aval del Ministerio de Salud, dio luz verde este martes a la realización de la Copa América en su país, mientras que su jefe de gabinete, Luiz Ramos, confirmó como sedes a Brasilia, Río de Janeiro, Goiás y Mato Grosso y advirtió que se jugará «sin público», algo que posteriormente oficializó Conmebol.
Las sedes
Aunque en principio la idea de Bolsonaro recibió el apoyo del gobernador de San Pablo, Joao Doria, uno de sus rivales políticos y siempre crítico del manejo que hizo el presidente de la pandemia de Covid-19, entrada la noche rechazó la posibilidad de que la ciudad se postulara también como sede del certamen.
Las sedes elegidas terminaron siendo también una definición política: a Bolsonaro le respondió la región rural sojera (centro-oeste), aliada principal de su gestión, y no el país «futbolero» tradicional. Sin ir más lejos, Brasilia y Cuiabá (Mato Grosso) tienen estadios ociosos desde la organización del Mundial 2014.
«En lo que depende de mí, de todos los ministros, incluso el de Salud, ya está acordado, habrá Copa América en Brasil. El protocolo es el mismo de la Copa Sudamericana, la Libertadores y la Eliminatoria que empieza esta semana», dijo temprano Bolsonaro, en medio de una polémica nacional sobre la conveniencia de organizar el torneo paralelamente a la tercera ola de covid-19.
Rio de Janeiro, Brasilia, Mato Grosso y Goiás serán las sedes.
El mandatario dio así su aprobación a la realización del certamen que debían organizar en conjunto Colombia y Argentina. Por motivos socio-políticos, el primero; y por razones sanitarias, el segundo; ambos desistieron de ser anfitriones.
El anuncio del presidente brasileño fue ratificado por la noche por su jefe de ministros, Luiz Ramos: «Confirmada la Copa América en Brasil. ¡Venció la coherencia! El mismo Brasil que recibe juegos de la Libertadores y la Sudamericana, sin hablar de los campeonatos estaduales y nacionales, no podría darle la espalda a un campeonato tan tradicional como este», informó en twitter.
«Los partidos serán en Mato Grosso, Río de Janeiro, Brasilia y Goiás. Sin público», especificó, a contramano de lo que, según la prensa local, serían las exigencias de Conmebol: que por lo menos algunos partidos, como la final, tuvieran algo de gente en las tribunas, sobre todo para cumplir con los patrocinadores.
Y un par de horas más tarde el propio presidente de la Conmebol, el paraguayo Alejandro Domínguez, oficializó esas sedes a través de un video, en el que expresó que su organismo «estará realizando los juegos con toda la seguridad posible, sin presencia de público y con protocolos sanitarios rígidos. En breve estaremos anunciando los estadios en que serán realizados los partidos».
Bolsonaro dijo que se enteró de la oferta para ser la sede de la copa por la Confederación Brasileña de Fútbol y que luego de consultar a los ministros dio el visto bueno, a pesar del alerta de colapso hospitalario que se registra en San Pablo, Pernambuco, Paraná, Brasilia, Rio Grande do Sul, Santa Catarina y otros.
Bolsonaro recibió en principio el respaldo de uno de sus mayores contrincantes, el gobernador paulista Joao Doria, del centroderechista Partido de la Social Democracia Brasileña. Sin embargo más tarde se desdijo y rechazó la posibilidad de ser sede del certamen por consejo de sus asesores sanitarios.
La postura de la oposición en Brasil
En el Congreso, la oposición repudió la organización del certamen, que se metió en la comisión parlamentaria del Senado que investiga al gobierno y su rol en la pandemia.
«Es un escarnio, es el campeonato de la muerte», dijo el relator de la comisión, Renán Calheiros, del Movimiento de la Democracia Brasileña (MDB), quien pidió al jugador Neymar, estrella del seleccionado, negarse a jugar la Copa América para permitir que Brasil tenga foco en la vacunación y evitar el colapso hospitalario.
En Brasilia, también la Corte Suprema fue activada por los opositores Partido de los Trabajadores (PT) y Partido Socialista Brasileño (PSB).
Es por eso que este martes el juez del Supremo Tribunal Federal Ricardo Lewandowski, encargado en la corte de todos los asuntos judicializados de la pandemia, pidió oficialmente al gobierno informaciones sobre las negociaciones con la Conmebol.
Para Bolsonaro, la polémica sobre la organización del certamen luego de haber sido sede en 2019 tiene que ver con la relación con los medios desarrollada por su gobierno, al que se le opone en términos políticos pero no económicos la cadena Globo, la más importante del país.
La transmisión de la Copa
Conmebol cerró el contrato de exclusividad con el canal SBT, el cuarto en audiencia, del magnate Silvio Santos, una suerte de Alejandro Romay brasileño, cuyo yerno es el ministro de Comunicaciones de Bolsonaro, Fabio Faria.
El canal bolsonarista logró desplazar a Globo para transmitir los partidos de Brasil.
«Hubo una hecatombe en los medios con la Copa América, me acusaron de importar nuevas cepas de covid. Creo que es porque la transmisión no es más de la Globo y sí de la SBT», dijo.
Y en ese sentido volvió a defender el fin de las cuarentenas: «Desde el inicio digo que lamento las muertes, pero igual hay que seguir viviendo. Si todo el mundo se queda en su casa, que no salga a trabajar el hombre de campo… quiero ver qué ciudad sobrevive sin el trabajo del hombre de campo. Por eso para mí es un tema cerrado este», enfatizó el ultraderechista.
En un acto en el Palacio del Planalto, Bolsonaro dijo que por Brasil «pasaron equipos de Venezuela, Colombia, Ecuador, Paraguay, Uruguay, Chile y Argentina en la Libertadores y Sudamericana. Todos siguieron protocolos sin problemas. Como se hará en la Copa América», sostuvo.
El sitio de noticias UOL, finalmente, informó que el conglomerado estadounidense Disney compró este martes los derechos para pasar los partidos en la televisión por cable.