De esta manera, la pérdida de olfato no se produciría por «un edema transitorio al nivel de la hendidura olfativa que impide el paso del aire que lleva las moléculas del olor a las células nerviosas olfativas», como se creía, en lo que sería la típica congestión nasal. En el estudio participaron otras tres instituciones francesas: la Universidad de París, el CNRS e Inserm.
La investigación halló «una infección de neuronas sensoriales» entre los pacientes y el aumento de células inmunitarias en el órgano sensorial. Todo ello puede constituir «una inflamación persistente del epitelio olfativo y del sistema nervioso olfativo» que conduce a la pérdida temporal del olfato.
«Hemos constatado que las neuronas sensoriales resultan infectadas por el SARS-CoV-2, así como el nervio olfativo y los centros nerviosos olfativos en el cerebro», explicó el investigador Pierre-Marie Lledo, coautor del estudio, que fue publicado en la revista Science Translational Medicine.
Este trabajo descubrió también «de manera inesperada» que las pruebas clásicas nasofaríngeas PCR entre los pacientes sin olfato pueden fallar en la detección del virus, porque el patógeno puede «persistir al fondo de las cavidades nasales». Por tal motivo, «un cepillado nasal (otra técnica de recogida de muestras) puede considerarse para completar el frotado nasofaríngeo del test PCR en los pacientes que presentan una pérdida de olor».
Por último, el estudio alerta de que «la infección de las neuronas olfativas puede constituir una puerta de entrada al cerebro». Así, recomienda realizar nuevas investigaciones para saber «por qué ciertos pacientes covid desarrollan manifestaciones clínicas de orden psicológico, como ansiedad o depresión, o neurológicos, como susceptibilidad de desarrollar una enfermedad neurodegenerativa».